La solución de llenar los neumáticos con nitrógeno es conocida desde hace décadas en la industria aeroespacial y militar, siendo utilizada en vehículos de competición por razones de seguridad, “Si lo utilizan en Fórmula 1 es porque tiene que ser bueno”. De hecho, el oxígeno y la humedad contenida en el aire tiene efectos agresivos en el neumático y llanta, así como en las válvulas de los neumáticos, provocando normalmente la oxidación de los metales y la porosidad de la capa de goma interna de aislamiento del neumático. Por otro lado, en caso de incendio o explosión (riesgo obvio en las actividades antes citadas) el nitrógeno no propaga la combustión ya que es un gas inerte (en bajas y medias temperaturas).
La obtención de nitrógeno no es muy complicada, porque se trata del componente más abundante en el aire (78%) frente al apenas 21% del oxígeno. Actualmente existen equipos adaptados a la industria del mantenimiento de los neumáticos, que promueven la destilación del aire comprimido a través de filtros, separando las moléculas de oxígeno de las de nitrógeno. La presión de entrada de aire es de 8-12 bar, obteniéndose un grado de pureza de salida superior al 95%. Para el proceso de destilación del aire, los equipos poseen filtros que efectúan la retención de impurezas y aceites con filtros de carbono activo, para eliminar la humedad y otros gases residuales.
Mantener la presión estable
Desde el punto de vista de la conducción, la estabilidad de la presión interna del neumático es fundamental para garantizar la seguridad, por un lado, así como el ahorro por otro. En realidad, los neumáticos pierden presión gradualmente, debido a la porosidad de la goma y a la oxidación de la zona de contacto del neumático con la llanta, así como de la unión de la válvula al neumático.
Para complicar aún más la seguridad en la conducción, cada neumático no pierde la presión exactamente de la misma forma, lo que genera desequilibrios peligrosos, principalmente en altas velocidades, incluso en recta o al efectuar curvas y frenadas pronunciadas. En términos de ahorro de combustible, también es sabido que circular a baja presión aumenta la fricción de los neumáticos con la carretera y se incrementa el consumo de combustible. Sin embargo, el aumento de consumo de combustible no es el único inconveniente de la baja presión de los neumáticos, al deformarse por la baja presión, el neumático se calienta por encima de los niveles recomendados, acelerando la degradación de la goma.
Está calculado que la pérdida de presión debido a estas causas “naturales” es de 0,14 bar al mes. Puede no parecer mucho, pero como es un fenómeno progresivo, el usuario no nota la caída de presión de los neumáticos. Las soluciones habituales para evitar todos estos inconvenientes es el control frecuente de la presión de los neumáticos con manómetros fiables y sustituyendo las válvulas periódicamente.
Nitrógeno: La solución práctica
Una vez llenados los neumáticos con nitrógeno, la presión se mantiene inalterable y más real que si se llenaran con aire, aunque siempre pueden ocurrir imprevistos (pinchazos, llanta agrietada, etc.)
Por otro lado, el hecho de tener los neumáticos llenos con nitrógeno no anula la verificación periódica y regular de los neumáticos, aunque los períodos de control rutinarios pueden alargarse un poco más, desde Carlider recomendamos revisar la presión de los neumáticos una vez al mes.
Punto especial de Nitrógeno en Neumáticos Hermanos Navarro (Murcia)
De los puntos positivos y comprobados de la utilización de nitrógeno en los neumáticos podemos destacar:
> Presión igual e invariable en los neumáticos por más tiempo.
> Menor variación de la presión provocada por el no calentamiento del gas.
> Conducción más estable, segura y confortable.
> Mayor ahorro de combustible.